jueves, 17 de marzo de 2011

¿Juan VIII o Papisa Juana?

Fotos tomadas de Google Images

Confieso que, en líneas generales,  no estoy muy interesada en la historia del papado.  Pero hete aquí que la semana pasada, y ante tanto programa televisivo tipo “reality show”, elegí ver una película  sobre el papa Juan VIII. Y ya veréis "la miga" que tiene el tema…. 

Resumen de la película:
La figura del papa Juan VIII suele asociarse a la de la papisa Juana, personaje considerado legendario. Según la leyenda y la película, una mujer habría ocupado el sillón papal después de León IV, bajo el nombre de Juan VIII. Esta mujer llamada Juana gobernó Roma durante dos años, cinco meses y cuatro dias, y quedó en descubierto su condición femenina en una procesión en donde perdió el conocimiento cayendo de su caballo al suelo debido a los dolores producidos por un inminente parto, que finalmente se produce allí mismo ante el estupor de los feligreses.

Más información:
La primera referencia sobre la papisa Juana ocurre en el siglo XIII, o sea 350 años después de su supuesto cargo.
En algún momento, la Iglesia Católica aceptó la realidad del Papa Juana. Notas marginales en un documento del siglo XV se refieren a una estatua llamada "La Mujer Papa con Su Hijo" que fue puesta cerca del Laterano. También existen mas de 500 manuscritos antiguos que contienen los detalles del reinado Papal de Juana, entre ellos encontramos documentos de autores famosos como Petrarca y Boccaccio
Otros rumores dicen que, durante años, la silla usada durante las consagraciones Papales tenía una abertura en el asiento para hacer una verificación del género del Papa.

 Durante la Reforma en el siglo XVI la Iglesia Católica comenzó a negar la existencia de la Papisa Juana, pero al mismo tiempo los escritores protestantes insistían en su existencia, debido a que un Papa mujer era una buena propaganda anti-católica.

 Los estudiosos modernos no han podido verificar positivamente la historicidad de la Papisa Juana.

¿Existió la papisa Juana?
El historiador César Vidal (muy conservador) invirtió su tiempo en escribir un artículo bastante largo sobre el tema y que yo parcialmente reproduzco aquí. En cualquier caso, si buscáis en la Web, encontraréis miles de historias sobre el Papa/Papisa Juan/a VIII:

Durante siglos circuló la historia de que una mujer llamada Juana había ocupado la silla papal y que, para evitar la repetición de semejante eventualidad, cada nuevo pontífice se veía sometido a un tacto testicular antes de proceder a su coronación. Se trataba de un trámite indispensable para evitar la repetición de aquel desafuero. Incluso en los años setenta, una película protagonizada por Liv Ullmann y Franco Nero resucitó cinematográficamente el pintoresco relato. Sin embargo, ¿qué hubo de verdad en él? ¿Existió realmente la papisa Juana?
Durante el siglo XIII el cronista dominico Juan de Mailly recogió — y difundió extraordinariamente— la historia de una mujer llamada Juana que había llegado a ser papa. De acuerdo con el relato, Juana, había conseguido llegar a Roma donde se abrió camino pronto dada su extraordinaria erudición.

Al parecer, la elección de Juana —por supuesto, con el nombre de Juan— fue seguida por un período inicial de reinado caracterizado por la placidez. Si, finalmente, el resultado fue distinto se debió a la incapacidad de Juana para mantenerse en la continencia. Aventurera a fin de cuentas y dudosamente piadosa, la papisa se convirtió en amante de un oficial. Así, al cabo de poco más de un año de su elección, descubrió con espanto que se encontraba encinta. Los largos hábitos, las vestiduras holgadas y, muy especialmente, lo poco imaginable que resultaba pensar en un Papa embarazado sirvieron para que Juana ocultara su estado durante la gestación.

Quizá incluso hubiera podido dar a luz en secreto y después ocultar a la criatura pero no tuvo esa fortuna. Cuando se hallaba presidiendo una procesión le sobrevinieron los dolores de parto. Intentó sobreponerse pero, sin poder evitarlo, dio a luz. La reacción de la muchedumbre fue, primero, de sorpresa y luego, de cólera.  Antes de que se pudiera impedir, la turba se lanzó encolerizada sobre Juana y la despedazó. De esa manera terminó con la impostora. Hasta aquí llega el relato sobre la papisa Juana. Sin embargo, resulta obligado preguntarse por la base de verdad que haya podido tener.

De entrada debe señalarse que durante la Edad Media, y precisamente por influjo de Juan de Mailly, fue creído como un episodio verídico. Sin embargo, actualmente parece obvio que la historia de la papisa no pasó de ser una leyenda. ¿Dónde se originó? La respuesta de la crítica histórica apunta a la iglesia ortodoxa y, muy posiblemente, a la bizantina. Las primeras fuentes sobre la papisa Juana parecen haber sido redactadas en griego y recogen multitud de datos que hacen referencia a un contexto situado en Europa oriental. Incluso existen bastantes posibilidades de que el relato surgiera en alguno de los monasterios ortodoxos.

El relato pudo pasar a occidente en la época de las cruzadas y su difusión se debió a los dominicos En cualquier caso, Mailly no logró fijar bien la cronología del episodio como tampoco lo hicieron otros después de él.

Sin embargo, la historia iba a mantenerse con el paso del tiempo.
Al final, la leyenda de la papisa Juana volvió a ser reutilizada por laicos y anticlericales durante los siglos XVIII y XIX e incluso por los defensores de sistemas totalitarios en el s. XX. Ahora se añadía el detalle escandaloso —pero falso— de que todos los pontífices eran objeto de un tacto testicular antes de proceder a su coronación. La leyenda pretendía así —como en la Edad Media— imponerse a la Historia pero sus días de credibilidad estaban contados.

Creo que la iglesia ha borrado todo la información referente a Juan VIII y figura como un papa que nunca existió. Ahí está "la miga" del tema.

Más información:
http://latierranoesredonda.blogspot.com/2009/12/la-papisa-juana.html


2 comentarios:

  1. Había oído vagas referencias acerca de una papisa, pero tu documentado artículo me ha parecido, además de bien documentado, una maravilla.

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