viernes, 31 de diciembre de 2010

La peluquería en China

Es un hecho que la edad nos proporciona experiencia y, generalmente, nos desarrolla el sentido común.  Bueno, eso pensaba yo, porque desde que llegué a este país es como si me entrara la fiebre de probarlo todo sin entender nada.  Y no escarmiento.

Ya había ido a una peluquería pija para occidentales donde, sin hacerme nada especial, me habían dejado, literalmente, desplumada. Hace unos días, me pasaron una oferta de lavado de cabeza por 10 RMB (poco más de un euro) en una peluquería china. Y pensé ¿por qué no? Y dicho y hecho. Aparezco con el papel de la oferta en la mano sin entender nada y sintiéndome un poco imbécil.
Shanghai. Imagen: Eva Rodríguez Braña
Me sientan en el lavacabezas, me ponen la toalla y  empiezan a masajearme el cuero cabelludo. Primero suave y luego ¡los nudillos!…..!ya me di por descerebrada! ¡Qué dolor! Tengo la duda si los quejidos los interpretan como una sensación placentera o  piensan que las extranjeras no aguantamos ni un estirón de pelos y sienten que ya es hora que alguien nos ponga firmes.....  Y venga nudillos y más nudillos y yo pensando que 10 RMB pueden cundir muchísssssssimo, casi una eternidad! Cuando el “masaje” terminó, empezó el lavado de cabeza propiamente dicho. ¡Sin ningún miramiento! ¡El agua iba y venía! ¡Qué desparpajo o qué mala leche! Y, con la toalla enroscada en la cabeza, me animé pensando que ya llegaba el secado y me iba.

¡Uy, no! Me sujeta la cabeza y, con un palillo, empieza a limpiarme el oído izquierdo. Quise levantarme, pero me sujetó por el hombro, me dijo no sé qué en mandarín y me sentó. Cuando terminó con el oído izquierdo, me dio un vaivén y me puso la cabeza para el otro lado y empezó con el oído derecho. Para entonces yo ya empezaba a reaccionar y  estaba ligeramente cabreada y tenía claro que mis tímpanos salían de allí intactos: después de todo yo oía perfectamente, no tenía los oídos llenos de mierda y no necesitaba esa limpiezaaaaaa! ¡Yo había ido a lavarme la cabeza por 10 RMB!!!! Cuando terminó la operación, me dio la factura y me llevó a la caja a pagar. Por lo visto, en el precio estaba incluido todo lo que me había hecho: lo que no entraba era el secado del pelo!!

Salgo a la calle con el pelo mojado y veo una tienda en la que se leía en inglés “Health and Beauty” (Salud y Belleza) y mira por donde, ni vendían cosméticos ni vendían vitaminas. Era una pastelería china. Interpreté que con ese nombre allí los pasteles no engordaban, entré y me compré un pastel medio desinflado que tenía una bola de azúcar dentro. Me pegué el gran chutazo de hidratos de carbono, y me volví a casa caminando para que se secara el pelo.

En total me gasté 17 RMB (2 euros).  ¡Dónde se ha visto tanto por tan poco!

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