Los monasterios son el corazón de la sociedad birmana. Aunque en la actualidad se calcula que hay 440.000 monjes en el país –el mismo número que soldados- el gobierno intenta desestabilizar su influencia.
Los monjes birmanos -pongyi- salen todos los días a pedir su propia comida. Las monjas -thilashins- cabeza feitada, vestidas con túnicas rosa sobre las cuales llevan una especie de chal marrón o naranja, salen tres veces por semana a pedir arroz y dinero y con esa comida sobreviven los 7 días de la semana. ¡Hasta en los monasterios budistas hay desigualdad!
Muchas familias birmanas entregan a los monasterios a sus hijos e hijas en su más tierna infancia. La ventaja es que en las escuelas de los monasterios aprenden a leer y además consiguen alimentos.
En los aeropuertos del país - los llamo aeropuertos porque no sé cómo llamarlos....en realidad, son pequeñas salas destartaladas- suele haber unos poquitos asientos destinados a los monjes (de las monjas no se dice nada).
En los accidentes de tráfico, los monjes también tienen un papel crucial: acuden al lugar y, de cuclillas, forman un círculo en el punto que ha tenido lugar el accidente y recitan mantras durante 20 minutos.....¡por lo menos! Luego se van en una camioneta desvencijada y se da por entendido que en ese punto de la carretera ya no habrá más accidentes.
NOTA: Si pulsas en las fotos puedes verlas más grandes.
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