Hoy hacia realmente calor. Salí a dar un paseo por el parque de la universidad, que ya sabéis que es también multidisciplinar, como casi todo aquí.
Y me ocurre siempre quedarme embobada mirando los niños, porque son preciosos. Y además ¡qué ropa más práctica llevan! A mi estos chinos me tienen cada vez más fascinada: les dejan la parte de atrás y de delante abierta (foto) para que se agachen y hagan sus necesidades sin más. Eso de martirizar a los niños durante una hora en el orinalito para que aprendan a hacer pipi y caca, es una pérdida de tiempo y ganas de fastidiar: aquí se gana tiempo y se ahorran pañales (eso bueno para la economía familiar y es bueno para el planeta). La única instrucción que necesitas darle a los niños, y que ellos necesitan aprender, es: ¡pitufos, agacharos! Y los niños se agachan y se pone todo el proceso en marcha sin ningún trauma. Fácil ¿no? Yo me imagino que, como son tantos, han aprendido a ser prácticos y a dejarse de tanta metodología educativa.
Bueno, pues en mi paseo, veo a una madre joven haciéndole los consabidos ejercicios a su hijo y me acerco y le pregunto si es niño o niña (hasta ahí llego en “Putonghuá”) y me dice que es un niño. Y ya en inglés le pregunto que cómo se llama. Y me dice el nombre del niño en chino -¡nada!, ni acordarme!- pero me explica que en inglés quiere decir “Tecnología Nano” porque el padre del niño trabaja en ese ámbito de la ciencia. Añade muy orgullosa que como, además, el niño nació el año pasado que era el año de la Rata, le han añadido un tercer ideograma que significa, eso, Rata. Total que el pobre angelito tiene un nombre con tres caracteres que significa: Nano, Tecnología, Rata. ¡Criaturita! Claro, que tal y como lo “cantan”, parece que suena hasta bien. Yo miré al niño Nano-Tecnología-Rata y pensé que era guapo a pesar del nombre…….pero miré a su madre y pensé que era una gilipollas integral. Bueno, a lo mejor no tanto, porque los chinos se inventan los nombres y nada es impensable.