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Imágenes. Eva Rodríguez Braña |
Shanghai tiene 21 millones de personas, 400 cientos mil ciudadanos americanos, 1 millón de taiwaneses, miles de británicos, holandeses, alemanes, belgas……1,000 españoles y 5 asturianos contándome a mi (yo debería haber sido demógrafa ¡qué barbaridad!).
Entre tanta gente, tiene que haber unos cuantos locos sueltos y eso fue lo que pensé la primera vez que vi a un señor paseando a un perro en la Concesión Francesa, a las doce del medio día, y llevando un pijama azul con muñequitos rojos. Efectivamente, pensé que el buen señor estaba de atar. A los pocos días vi a una viejecita con un pijama acolchadito en los mismos tonos azulados y también con muñequitos y pensé “es mayor, está calentita y como ya está en la edad de ser invisible, como dice el refrán, ande yo caliente y ríase la gente”. Y seguí caminando sin pensar más en el tema. Pero la tercera vez ya se me pusieron los ojos como chirivitas, y no era para menos: una señora de mediana edad, con tacones, maquillada hasta la bandera y en pijama!! ¿Se le habría olvidado quitárselo? A lo mejor, ¡pobre!, tenía Alzheimer y se había escapado de casa…..pero no podía ser, porque parecía estar muy cuerda!
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Imagen: http://www.ocholeguas.com/2011/02/23/asiaenlamaleta/1298452984.html |
Y, para quitarle hierro al tema, me dije, “tampoco es para tanto porque en los barrios más periféricos de nuestras ciudades aún quedan personas que van a comprar el pan en bata”. Pero a día de hoy, continuo viendo señoras, perfectamente maquilladas, llevando tacones y haciendo sus compras en pijama, y señores fumándose su cigarrillo - y escupiendo de vez en cuando- mientras se pasean enfundados en pijama. Y parecer ser que es perfectamente normal porque nadie los mira (bueno,! yo sí!).
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