lunes, 2 de mayo de 2011

Bin Laden. Abbottabad, Pakistan (English and Spanish)


ESPAÑOL
Abbottabad, una localidad a unos 60 kilómetros al norte de Islamabad y 81.000 habitantes, fue fundada en 1840 como plaza militar británica y lleva el nombre del comandante británico James Abbott. En 2005, las zonas antiguas de la ciudad fueron destruidas por un fuerte terremoto. Los turistas suelen iniciar en Abbottabad sus excursiones a las montañas de Karakorum.

Abbottabad es una especie de "spa", lugar de residencia de muchos oficiales jubilados por ser una zona popular para pasar el verano, situada en un valle rodeado de verdes colinas cerca de la Cachemira pakistaní.
A estas horas ya todos sabemos que Oma Bin Laden vivía en una casa al final de un pasaje, ocho veces el tamaño del resto de las viviendas de la zona, sin conexiones, ni al teléfono ni a internet.
Sir James Abbott
ENGLISH
Abbottabad, a town about 60 kilometers north of Islamabad and 81,000 inhabitants, it was founded in 1840 as a British garrison and named after the British commander James Abbott. In 2005, the old areas of the city were destroyed by an earthquake. Tourists usually start in Abbottabad their trips to the Karakorum Mountains.

Abbottabad is a kind of "spa", residence of many retired officers for being a popular area for the summer, located in a valley surrounded by green hills near the Pakistani Kashmir.
By now we all know that Bin Laden Oma lived in a house, eight times the size of other homes in the area, without phone or internet.

Casa donde estaba escondido Bin Laden
Cuesta creer que esta casa esté valorada en un millón de dólares aunque ahora ya se aquilatan las cosas y se habla de 250.000 dólares.
Otro ángulo de la casa










Texto casi íntegro de las noticias publicadas en el periódico El País (España) el 8 de mayo y el 2 de septiembre, 2011 (NICHOLAS SCHMIDLE 04/09/2011).


Helicópteros furtivos, pero no invisibles
Poco después de las once de la noche del 1 de mayo, dos helicópteros MH-60 Black Hawk despegaron del aeródromo de Jalalabad, en el este de Afganistán, e iniciaron una incursión secreta en Pakistán con la misión de matar a Osama bin Laden. Dentro de los aparatos iban 23 miembros del Equipo 6 de los SEALS, las fuerzas especiales de la Marina, conocido como Grupo Especial de Desarrollo de Guerra Naval (en inglés, DEVGRU). También iban a bordo un traductor estadounidense de origen paquistaní, a quien llamaré Ahmed, y un perro llamado Cairo, un pastor belga. Era una noche de luna nueva, y los pilotos de los helicópteros, con gafas de visión nocturna, volaron sin luces sobre las montañas que recorren la frontera con Pakistán. Las comunicaciones por radio se redujeron y en la nave se instaló una extraña calma.


Dos helicópteros llegaron hasta el recinto fortificado donde vivía Osama Bin Laden, transportando al Equipo 6, la unidad de élite encargada de la operación contra el líder de Al Qaeda. Aunque uno de los aparatos sufrió un accidente al tocar el muro exterior y fue destruido por los propios norteamericanos, los otros tres se retiraron sin percances. Tampoco fueron detectados durante los sobrevuelos del territorio de Pakistán ni en la aproximación a un recinto a cuyos habitantes cabía suponer en alerta. ¿Cómo lo consiguieron? Expertos militares consultados por EL PAÍS responden que al menos dos de esos aparatos, los Black Hawk -desde los que se descolgaron los soldados que intervinieron en la casa- incorporaban tecnologías suficientes como para calificarlos de "furtivos", aunque no tantas como para ser invisibles.

Estos Black Hawk modificados llevan una cubierta sobre el rotor y mejoras en las palas, destinadas a disminuir lo que los expertos llaman "la firma acústica", el ruido que efectúan al desplazarse. También reducen la "firma térmica", el calor que desprenden -muy sensible frente a misiles guiados por calor-, gracias a una tecnología que diluye la salida de gases por la tobera. En fin, los aparatos llevan una pintura especial con la que se reduce -sin eliminarla- la exposición al radar. Muchas de estas tecnologías proceden del Comanche, un modelo de helicóptero de nueva generación.

El uso de una pequeña unidad de élite se decidió tras descartar la opción de bombardear la casa del líder de Al Qaeda. La autorización dada por Barack Obama para esa operación y las órdenes al pequeño grupo de soldados del Equipo 6 que efectuaron la incursión en el recinto donde vivía Bin Laden, implicaban mayor riesgo de fracaso que un bombardeo masivo.

En todo caso, la operación no se improvisó. Fue solo el final de una larga labor, llevada a cabo por espías que trataron de averiguar, durante meses, qué importante personaje podía vivir en un recinto tan grande y protegido por altos muros, al parecer sin teléfono y sin acceso a Internet, indicios de que tenía mucho interés en no ser localizado.


Miembros del equipo salieron por las puertas laterales del helicóptero número 1. Las botas se les hundían en el barro mientras corrían junto a una pared de más de tres metros que rodeaba el corral. Tres hombres del equipo de demolición se acercaron a la puerta de metal, cerrada, sacaron explosivos C4 de sus bolsas y los colocaron en las bisagras. La puerta se abrió con una gran explosión. Los otros nueve SEALS salieron corriendo y fueron a parar a una especie de callejón, dando la espalda a la entrada principal de la casa. Siguieron por el callejón, con los fusiles silenciados en los hombros. Mark iba el último mientras trataba de establecer comunicación por radio con el otro equipo. Al final del camino, los estadounidenses volaron otra verja y entraron en el patio del pabellón de invitados, donde vivía Abu Ahmed al Kuwaiti, el mensajero de Bin Laden, con su esposa y sus cuatro hijos.
Tres SEALS que iban en la parte delantera corrieron a examinar la casa de invitados mientras los otros nueve volaban otra puerta más y pasaban a un patio interior que daba a la casa principal. Cuando los primeros doblaron una esquina para acercarse a la puerta del pabellón de invitados, vieron a Kuwaiti que entraba corriendo a avisar a su mujer y sus hijos. Las gafas de visión nocturna de los estadounidenses daban a la escena unos tonos pixelados de color verde esmeralda. Kuwaiti iba vestido con unshalwar kameez (un conjunto de camisa y pantalón) blanco, había agarrado un arma y estaba volviendo a salir cuando los SEALS abrieron fuego y le mataron.

Los otros nueve SEALS, entre ellos Mark, formaron unidades de tres para limpiar el patio interior. Los estadounidenses sospechaban que había varios hombres más en la casa: el hermano de Kuwaiti, Abrar, de 33 años; dos hijos de Bin Laden, Hamza y Khalid, y el propio Bin Laden. Cuando una unidad SEAL acababa de atravesar el patio hacia la entrada delantera, Abrar -un hombre robusto, con bigote, con un shalwar kameez de color crema- apareció armado con un AK-47. Le dispararon en el pecho y le mataron, igual que a su mujer, Bushra, que estaba de pie, sin arma alguna, junto a él.
Fuera de los muros del complejo, Ahmed, el traductor, patrullaba el camino de tierra delante de la casa de Bin Laden como si fuera un policía paquistaní vestido de paisano. Tenía todo el aspecto, con un shalwar kameez por encima de un chaleco antibalas. Ahmed, el perro Cairo y cuatro SEALS protegían el perímetro de la casa mientras James y otros seis SEALS -el contingente que debería haber descendido sobre el tejado- entraban. Para el equipo que patrullaba el perímetro, los 15 primeros minutos transcurrieron sin incidentes. Los vecinos, sin duda, habían oído los helicópteros, el sonido de uno que se estrellaba y las explosiones y los disparos esporádicos, pero no salió nadie. Un habitante local mencionó el tumulto en Twitter: "Helicóptero sobrevolando Abbottabad a la una de la mañana (es poco frecuente)".
Unos cuantos paquistaníes curiosos se acercaron a preguntar por la conmoción al otro lado del muro. "Vuelvan a sus casas", dijo Ahmed en pastún, mientras Cairopermanecía alerta. "Está en marcha una operación de seguridad". La gente se fue a sus casas sin sospechar que habían hablado con un norteamericano. Cuando, en los días siguientes, llegaron los periodistas a Bilal, un residente contó: "Vi que de un helicóptero salían unos soldados y que iban hacia la casa. Varios de ellos nos ordenaron en pastún que apagáramos las luces y permaneciéramos en el interior de las casas".

El jefe del escuadrón, James, tras atravesar un muro, cruzar una parte del patio cubierta de enrejados y atravesar un segundo muro, se había reunido con los SEALS del helicóptero número 1, que estaban entrando en la planta baja de la casa. Lo que sucedió a continuación no está claro. "Les aseguro que hubo un periodo de casi 20 o 25 minutos en el que no supimos qué estaba ocurriendo", declaró Panetta más tarde, en el programa de la cadena PBS NewHour.
Hasta ese momento, la operación había sido observada por docenas de responsables de defensa, inteligencia y la administración, que veían las imágenes enviadas por el avión no tripulado. Los SEALS no llevaban cámaras en los cascos, pese a lo que dijo una información muy reproducida de CBS. Ninguno de ellos conocía de antemano la planta de la casa y se sentían aún más excitados por saber que podían estar a unos minutos de acabar con la persecución más costosa de la historia de EE UU; como consecuencia, algunos de sus recuerdos -en los que se basa este relato- pueden ser poco precisos y sujetos a controversia.

Mientras los hijos de Abrar corrían, los SEALS registraron la primera planta de la casa principal, habitación por habitación. Aunque los estadounidenses habían previsto la posibilidad de que hubiera alguna bomba trampa, la presencia de niños en el complejo les indicó que no era así. "Hay un límite a lo hipervigilante que se puede ser", dice el oficial de Operaciones Especiales. "¿Bin Laden se acostaba todas las noches pensando que íbamos a venir al día siguiente? Por supuesto que no. Quizá los dos primeros años, pero ahora ya no". No obstante, había medidas de precaución: una puerta de metal cerrada bloqueaba la base de la escalera que llevaba al segundo piso.

Después de volar la puerta con cargas de C-4, tres SEALS subieron por las escaleras. A mitad de camino vieron al hijo de Bin Laden de 23 años, Khalid, que asomaba el cuello detrás de una esquina. Luego apareció en lo alto de la escalera con un AK-47. Khalid, que llevaba una camiseta con el cuello dado de sí y tenía el pelo corto y una barba recortada, disparó a los soldados. (El responsable de antiterrorismo afirma que Khalid no iba armado, aunque sí era una amenaza digna de tener en cuenta. "Un varón adulto, a última hora de la noche, a oscuras, que baja por la escalera hacia ti en una casa de Al Qaeda, lo normal es suponer que es un elemento hostil"). Al menos dos de los SEALS devolvieron los disparos y mataron a Khalid. Según los folletos que llevaban, dentro del complejo vivían hasta cinco varones adultos. Había ya tres muertos; el cuarto, Hamza, otro hijo de Bin Laden, no estaba allí. El último era el propio Bin Laden.
Antes de comenzar la misión, los SEALS habían creado una lista de palabras en clave, con referencias a los indios americanos. Cada palabra representaba una fase distinta de la misión: salir de Jalalabad, entrar en Pakistán, acercarse al complejo, etcétera. "Gerónimo" significaba que habían encontrado a Bin Laden. Tres SEALS pasaron corriendo junto al cuerpo de Khalid y volaron otra verja de metal que obstruía el paso a la escalera para subir al tercer piso. Subieron por los escalones sin luz y examinaron el descansillo. En el escalón superior, el primer SEAL giró a la derecha: con las gafas de visión nocturna había visto a un hombre alto y delgado, con barba, que miraba desde la puerta de un dormitorio, a tres metros de distancia. El SEAL sintió de inmediato que era "Cigüeñal". El responsable de antiterrorismo dice que el SEAL vio a Bin Laden desde el descansillo y disparó, pero falló.

Los estadounidenses corrieron hacia la puerta del dormitorio. El primer SEAL la abrió de un empujón. Dos de las esposas de Bin Laden se habían colocado delante de él. Amal al Fatah, su quinta esposa, gritaba en árabe. Hizo un movimiento como si fuera a atacar; el SEAL bajó el cañón y le disparó en la pantorrilla. Temiendo que alguna de las mujeres, o las dos, llevara chalecos cargados de explosivos, se acercó y las envolvió en un abrazo del oso. Desde luego, si los hubieran llevado y los hubieran hecho estallar, habría muerto, pero habría absorbido parte del impacto y quizá habría salvado a los dos SEALS que iban tras él.
Un segundo SEAL entró en la habitación y apuntó el láser de infrarrojos de su M4 hacia el pecho de Bin Laden. El jefe de Al Qaeda, que llevaba un shalwar kameez de color tostado y un gorro de oración en la cabeza, se quedó paralizado; no iba armado. "Nunca se planteó la posibilidad de detenerlo o capturarlo; no fue una decisión de último minuto. Nadie quería prisioneros", dice el oficial de Operaciones Especiales. El Gobierno mantiene que si Bin Laden se hubiera rendido, lo habrían capturado vivo.

Nueve años, siete meses y 20 días después del 11 de septiembre, un estadounidense estaba a un disparo de acabar con la vida de Bin Laden. El primer tiro, una bala de 5,56 milímetros, alcanzó a Bin Laden en el pecho. Cuando caía hacia atrás, el SEAL le disparó un segundo tiro a la cabeza, justo sobre el ojo izquierdo. Tomó su radio e informó: "Por Dios y por mi país, Gerónimo, Gerónimo, Gerónimo". Tras una pausa, añadió: "Gerónimo E.K.I.A." (enemy killed in action, enemigo muerto en acción).

Al oír esto en la Casa Blanca, Obama frunció los labios y dijo en tono solemne, sin dirigirse a nadie: "Lo tenemos".
El primer SEAL soltó un poco a las dos mujeres de Bin Laden, les puso esposas de plástico y las llevó abajo. Mientras tanto, dos colegas suyos subieron corriendo con una bolsa de nailon para cadáveres. La desenrollaron, se arrodillaron cada uno a un lado de Bin Laden y colocaron el cuerpo en la bolsa. Habían pasado 18 minutos desde el aterrizaje del equipo del DEVGRU.

Durante los 20 minutos siguientes recogieron datos. Cuatro hombres examinaron la segunda planta, con bolsas de plástico en la mano, para recoger lápices de memoria, CD, DVD y discos de ordenador, en una habitación que había sido, en parte, un centro de medios de comunicación de Bin Laden. Fuera, los soldados agruparon a las mujeres y los niños -todos ellos con esposas de plástico- y les hicieron sentarse junto a una pared exterior desde la que se veía el segundo Black Hawk, el que no había sufrido daños. El único miembro del equipo que hablaba bien árabe les interrogó. Casi todos los niños eran menores de 10 años. Parecían no tener idea de quién era el que vivía en el piso de arriba, aparte de que era "un viejo". Ninguna de las mujeres confirmó que el hombre era Bin Laden, pero una de ellas no dejó de llamarle "el jeque". Cuando llegó el Chinook de rescate, un sanitario salió y se arrodilló junto al cuerpo de Bin Laden. Le inyectó una jeringuilla y extrajo dos muestras de médula espinal. Luego obtuvo más ADN con bastoncillos de algodón. Una de las muestras de médula fue al Black Hawk. La otra fue al Chinook, junto con el cadáver.
Después, los SEALS tenían que destruir el Black Hawk estrellado. El piloto, armado con un martillo que tenía para casos así, destrozó el panel de instrumentos, la radio y los demás dispositivos secretos de la cabina. Luego llegó el equipo de demolición. colocaron explosivos junto al sistema de aviación, las comunicaciones, el motor y la hélice. "No se podía ocultar que era un helicóptero", dice el oficial de operaciones especiales. "Pero sí dejarlo inutilizable". Mientras salían llamas gigantescas, los estadounidenses se fueron.

En la Sala de Crisis, Obama dijo: "No voy a estar tranquilo hasta que esos chicos salgan de ahí y estén a salvo". Después de 38 minutos en el complejo, los dos equipos de SEALS tenían que superar el largo vuelo de vuelta a Afganistán. El Black Hawk tenía poco combustible y tuvo que quedar con el Chinook en el punto de repostaje que estaba cerca de la frontera afgana, pero todavía dentro de Pakistán. Se tardaban 25 minutos en llenar el depósito.

Los helicópteros aterrizaron en Jalalabad hacia las tres de la madrugada; McRaven y el jefe de la delegación de la CIA recibieron al equipo en la pista. Dos SEALS bajaron la bolsa con el cadáver y la abrieron para que McRaven y el funcionario de la CIA pudieran ver el cuerpo de Bin Laden con sus propios ojos. Hicieron fotografías de su rostro y de su cuerpo. Pensaron que Bin Laden debía de medir alrededor de 1,90 metros, pero nadie tenía una cinta métrica a mano para confirmarlo. Un SEAL que medía 1,80 se tendió junto al cuerpo y vieron que este medía más o menos 10 centímetros más que él. Minutos después, McRaven apareció en la pantalla de teleconferencia de la Sala de Crisis para confirmar que el cuerpo de Bin Laden estaba en la bolsa. Lo enviaron a Bagram.

Desde el principio, los SEALS habían pensado arrojar el cadáver al mar, una forma rotunda de acabar con el mito de Bin Laden. Antes de hacerlo, John Brennan hizo una llamada. Había sido jefe de la oficina de la CIA en Riad y llamó a un antiguo colega de los servicios de inteligencia saudíes. Le dijo lo que había ocurrido en Abbottabad y le informó del plan. Brennan sabía que la familia de Bin Laden seguía ocupando un lugar destacado en el reino y que Osama había sido ciudadano saudí. ¿Estaba interesado el Gobierno saudí en recuperar el cadáver? "Su plan me parece bien", replicó su homólogo.
Al amanecer cargaron el cuerpo en la bodega de un V-22 Osprey de alas basculantes, acompañado por un oficial de enlace del JSOC y una patrulla de seguridad de policía militar. El Osprey voló hacia el sur, hacia el USS Carl Vinson, un portaaviones nuclear de más de 300 metros de eslora que navegaba por el mar de Arabia, frente a la costa paquistaní. Una vez más, los estadounidenses iban a atravesar espacio aéreo de Pakistán sin permiso. A algunos funcionarios les preocupaba que los paquistaníes, humillados por el ataque unilateral en Abbottabad, restringieran el acceso. Pero el avión aterrizó en el Vinson sin incidente. Lavaron el cuerpo de Bin Laden, lo envolvieron en una mortaja blanca, lo pesaron y lo metieron en una bolsa. El proceso se llevó a cabo "en estricto cumplimiento de los preceptos y las prácticas del islam", dijo Brennan. El enlace del JSOC, el contingente de policía militar y varios marineros colocaron el cuerpo amortajado en un ascensor al aire libre y bajaron hasta el nivel inferior, el hangar para los aviones. Desde siete u ocho metros sobre las olas, arrojaron el cuerpo al agua (El País).


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