jueves, 11 de agosto de 2011

Los animales en EE.UU

Yo sé que a los animales de compañía se llegan a querer mucho porque, después de todo, comparten nuestra vida y llegan a ser uno más de la familia. Y por supuesto, si se tiene una animal es para tratarlo bien. Eso es tan obvio que no me detengo en este punto porque es de total sentido común.
Pero es que a veces los tratamos mejor que a los seres humanos e incluso mejor que a nuestra propia familia. Me explico:
                                  
Hoy fui a comer con una amiga que me presentó orgullosa a su mascota, una perrita preciosa a la que le voy a cambiar el nombre y la voy a llamar Peggy Smith, porque la perrita lleva el apellido de su marido y no quiero que se identifique. Peggy, tiene un seguro médico como si de una persona se tratara, lo cual es bastante lógico porque en EE.UU. los seguros médicos y la medicina en general, tanto para perros como para personas, son carísimos. La semana pasada, Peggy se deshidrató y tuvo que ser ingresada en un hospital para perros (me imagino que será como una clínica veterinaria pero a lo grande) y hubo que hacerle varias transfusiones de sangre (a 600 dólares cada una) y, bueno, estuvo ingresada dos días y medio. La factura fue de 6.000 dólares y ¡menos mal que el seguro de Peggy cubría el 80%! Mis amigos fueron a recogerla al hospital y estaban encantados cuando oyeron por megafonía el siguiente anuncio: “Peggy Smith, tienes unos visitantes que te están esperando”. Me imagino que la perrita estaría feliz de escuchar esto y estoy segura que previamente, el veterinario, la habría informado convenientemente de todo el proceso de su enfermedad y le habría comunicado que iba a ser dada de alta. Estoy siendo un poco sarcástica, ¿verdad?
A parte de recibir masajes con aceite caliente a domicilio con bastante frecuencia, ahora van a traer una persona extranjera para que cuide de Peggy Smith porque no es conveniente que este tantas horas sola mientras sus dueños están trabajando. Bueno, por lo menos ofrecerán un puesto de trabajo a alguien que seguramente lo necesitará. Pero, me parece rizar el rizo, ¡qué queréis que os diga! 
Lo que me llama la atención, es que muchas de estas personas ven a sus padres una vez cada año por Thanksgiving, nunca encuentran tiempo para ir a visitarlos (ni tan siquiera si están ingresados en un hospital) y casi no les dedican ni un segundo de su tiempo.

Y yo pregunto ¿y si jugáramos al término medio? Es que poner los valores en perspectiva es un gran valor en sí mismo ¿o no?

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